No esperaba que mi querido hermano Enrique partiera de este mundo tan repentinamente. Sabía que su estado de salud era delicado, pero en el fondo de mi ser creía que tendríamos más oportunidades de adorar y trabajar juntos en la viña del Señor.

       Enrique Gallardo nació en Jerez de la Frontera el 27 de enero de 1935. Varios años más tarde se trasladó a Sevilla, donde trabajaba como taxista. Su esposa se murió de cáncer en el año 1978. Enrique tuvo que criar a sus cuatro hijos sólo.

       Nos pusimos en contacto con Enrique por primera vez en octubre de 1997, justo después de haberle entregado una Biblia gratuita. Enrique nos dijo que alrededor del año 1977 había sido "expulsado" de la organización religiosa conocida como los "Testigos de Jehová" y que desde entonces se interesaba por conocer más perfectamente la voluntad de Dios para su vida. Al comenzar a estudiar con Enrique en su casa, quisimos saber los motivos de esta "expulsión." La respuesta de este hombre sincero no dejó de sorprendernos.

       Nos contó que cuando estaba con los testigos trabajaba de taxista juntamente con otro miembro de la misma organización religiosa. El taxi y licencia de taxista, la cual era "intransferible por ley," eran propiedad de Enrique. Los dos hombres hicieron un acuerdo con la estipulación de que si cualquiera de los dos se enfermara o estuviera imposibilitado para el trabajo, el otro tendría que pasarle la mitad de las ganancias a su esposa e hijos. Transcurrieron casi tres años sin problemas, pero Enrique se enfermó de asma bronquial y no pudo trabajar durante dos meses. Al parecer, esto no le gustó al otro "testigo" y dejó de cumplir con su parte del acuerdo. Al no poder resolver el problema a través del diálogo, ni hablando con la congregación, Enrique decidió llevar el asunto ante el "Consejo de Ancianos."

       Cual fue la sorpresa de Enrique cuando los líderes espirituales de su congregación le dijeron que vendiera el taxi y se traspasara la licencia para poder repartir el dinero obtenido con su hermano. Enrique había aprendido de su lectura personal de las Escrituras que el cristiano fiel tiene la responsabilidad de someterse (obedecer) "a las autoridades superiores, porque no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas" (Romanos 13:1; 1 Pedro 2:13,14).

       Enrique respondió con asombro: "¿Cómo puedo obedecer lo que ustedes me dicen cuando Romanos 13:1 enseña todo lo contrario?" Añadió: "No puedo vender mi licencia a otro porque según la ley española es 'intransferible.'" En vez de escuchar el razonamiento sabio de este buen hombre, lo expulsaron y mandaron a su hijo mayor, también testigo, abstenerse de hablar con su padre.

       En un último intento por resolver este problema, Enrique escribió una carta (con fecha 27 de Septiembre de 1976) dirigida a la "Watchtower Society," la sede central de los testigos ubicada en Brooklyn, Nueva York, explicando su desacuerdo con la decisión de su congregación. También saca a luz otro tema muy interesante contra la Torre, haciéndoles las siguientes preguntas:

"¿Dijo Juan el bautista que todos los que escuchaban su palabra al lado del Jordán que primero tenían que predicar y luego ... bautizarse? ¿Dijo Jehová Dios que el eunuco que iba en el carro leyendo las Escrituras, siendo asesorado por Felipe, enviado por el Señor Jehová, tenía que predicar antes de ser bautizado?.....y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: He aquí agua; ¿qué impide el que yo sea bautizado?" [Hechos 8:36]

       Jamás contestaron su carta. Es interesante notar que este hombre sincero entendía que la práctica de los testigos en cuanto al bautismo no estaba de acuerdo con lo que se revela en el Nuevo Testamento. Ya lo entendía en el año 1976, ¡veintiún años antes de que nosotros nos pusiéramos en contacto con él!

       Según la ley de Cristo, el bautismo es cuestión de URGENCIA porque es "para perdón de los pecados" (Hechos 2:38) y no para un llamado "testimonio público." Los "Testigos de Jehová," como la mayor parte del mundo protestante, enseñan que el bautismo tiene por propósito demostrar que uno YA ES siervo fiel de Dios. Por esta razón, afirman los testigos que para poder bautizarse uno primero tiene que saber "predicar" de casa en casa. Además, según Enrique, para poder bautizarse en Bruselas, Bélgica en el año 1973, tuvo que saber contestar bien ochenta preguntas formuladas por los testigos. Enrique pensaba para sí: "Esto no lo tuvo que hacer el eunuco de Etiopía" (Hechos 8:36,37).

       Cuando hablamos con Enrique por primera vez le dijimos: "No somos católicos, ni evangélicos, ni 'testigos de Jehová.'" Más tarde Enrique confesó: "Eso me llamó la atención, porque siempre he creído que tiene que haber personas en el mundo que hacen solamente lo que dice la Biblia."

       En realidad, como un hermano le había dicho varias veces, la expulsión de Enrique de los llamados "testigos de Jehová" fue una de las mejores cosas que le había pasado en toda su vida. Gracias a aquella expulsión, Enrique aprendió a escudriñar las Escrituras POR SÍ MISMO y a no creer en todo lo que los hombres religiosos le dijeran.

       Enrique fue bautizado en Cristo el 9 de enero del 1998, poco antes de la medianoche. Tenía fiebre y hacía frío; no obstante, ¡LO ÚNICO QUE LE IMPORTABA EN ESE MOMENTO ERA PONERSE BIEN CON DIOS! Cada vez que se acordaba de su bautismo, Enrique decía que se parecía al del carcelero de Filipos, quien se había bautizado después de la medianoche (Hechos 16:25-33). Sin duda alguna, PARA ENRIQUE NO EXISTÍA OTRO MOMENTO MÁS IMPORTANTE EN TODA SU VIDA. Al bautizarse en agua, ¡Dios le había salvado mediante la resurrección de Jesucristo! (1 Pedro 3:21)

       Tras haber obedecido el plan de salvación revelado en el Nuevo Testamento (Romanos 10:17; Juan 8: 24; Hechos 17:30; 8:36,37; Marcos 16:16), cierto hermano dijo delante de toda la iglesia de Cristo de Sevilla que Enrique llevaba VEINTE AÑOS buscando la verdad y que, gracias a Dios, ya la había encontrado. Al oír estas palabras ENRIQUE LLORÓ DE ALEGRÍA DELANTE DE TODOS porque pudo ver en su propia vida el cumplimiento de las palabras de Cristo: "buscad, y hallaréis" (Mateo 7:7).

       Así era Enrique. Hasta lloraba de felicidad cuando presenciaba el bautismo de otras personas. Enrique deseaba intensamente la salvación de más personas en Sevilla, empezando con su propia familia biológica.

       Pese a varios problemas de salud, Enrique siempre se esforzaba al máximo por poner a Dios en primer lugar en su vida. Durante varias SEMANAS antes de bautizarse, Enrique se reunía CADA domingo y CADA jueves con la iglesia de Sevilla. Entendía el significado de la palabra "compromiso." Era un buen ejemplo para los hermanos que faltaban el culto por cualquier "motivo." Pese a problemas de corazón, asma, y la necesidad de apoyarse en un bastón, Enrique caminaba todos los domingos y jueves desde su casa hasta nuestro local en El Cerro del Águila, una caminata para un hermano mayor que padecía varias enfermedades.

       Enrique fue mi compañero de milicia durante siete años. Pasamos muchos días juntos, estudiando la palabra, repartiendo folletos y biblias por toda Sevilla, hablando, comiendo y riéndonos. El hermano también me acompañó en dos viajes a Barcelona y otro a Galicia para animar a los hermanos de aquellos lugares a través de la predicación. Enrique hasta incluso pudo hacer varios viajes a Tenerife para compartir la palabra de Dios con los hermanos de Cabo Blanco.

       Jamás me olvidaré de las numerosas veces que Enrique, con todos los dolores que padecía, se bajaba de mi furgoneta para pegar carteles en las paradas de autobús, apoyándose en su bastón. Creo que, además de estudiar la palabra de Dios y leer los estudios bíblicos de los hermanos, eso fue una de las cosas que más felicidad le daba. SERVIR A DIOS LE DABA PROPÓSITO DE VIDA. Pese a sus muchos problemas de salud, Enrique quería ser un siervo ACTIVO en la viña del Señor. Tan fuerte era este deseo suyo que se enfadaba conmigo cuando yo aplazaba nuestros esfuerzos evangelísticos por otras cosas menos importantes. (Hice esto varias veces y Enrique me animó a tomar el evangelismo más en serio. Enrique tenía toda la razón y le di las gracias por haberme corregido de esta manera.)

       Un día, al preguntarle un hermano sobre su deseo de sacrificarse por la causa de Cristo, Enrique le respondió: "Soy viejo y he malgastado mucho tiempo. Quiero usar el resto de mi vida sirviendo a Dios, aunque sé que lo que hago es poquísimo en comparación con lo que Él ha hecho por mi."

       Enrique no había estudiando en ninguna escuela pública. Se enseñó a sí mismo a leer por leer la Biblia. Cuando obedeció al evangelio, tenía un APETITO INSACIABLE por los estudios bíblicos escritos por hermanos fieles. Leyó todos los comentarios de Bill Reeves y Wayne Partain y cualquier otro estudio que llegaba a sus manos. No los leía por encima ¡sino de cabo a rabo! De hecho, creo que una vez me dijo que estaba leyendo todos los comentarios de los hermanos Bill y Wayne POR SEGUNDA VEZ. Enrique leyó MILES DE PÁGINAS de estudios bíblicos con el deseo intenso de conocer más perfectamente la voluntad de Dios. Tengo que admitir que en este sentido me superó con creces.

       Aunque confío en que Enrique está en un lugar "muchísimo mejor" que esta tierra (Filipenses 1:23), tengo tristeza en mi corazón porque hemos perdido a un buen soldado de Cristo. No era perfecto, como tampoco lo soy yo; no obstante, para Enrique no existía otra cosa más importante que servir a Dios y estar en la verdad. Uno de sus versículos favoritos fue Proverbios 23:23: "Compra la verdad y no la vendas, adquiere sabiduría, instrucción e inteligencia."

       Te echaré mucho de menos Enrique.

                                          De un hermano que siempre te ha querido,

                                                                                          Jerry