¿Adónde Iré Después de la Muerte?
La muerte y el destino que le espera después de la muerte es lo más seguro que Dios ha determinado para todo ser humano.
Si las cosas pasajeras de este mundo le preocupan, ¡cuanto más debe interesarse por las eternas, las cuales después de la muerte no podrá cambiar![1]
Por favor, pregúntese: ¿Adónde iré después de la muerte?
«…tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. ellos perecerán, más tú permanecerás. Y todos ellos como una vestidura se envejecerán; como un vestido los mudarás y serán mudados»[2].
«…los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán desechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. …los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados se fundirán!»[3].
De acuerdo con estos pasajes, Jesús mismo dijo:
«EL cielo y la tierra pasarán…»[4].
Por tanto, mi amigo, no se deje engañar por las cosas temporales de esta tierra, ni por aquellos mentirosos que le prometen vida permanente en la tierra. Pregúntese sinceramente:
«Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno»[5].
«…cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder»[6].
«Así será al fin del mundo; los ángeles saldrán, y sacarán a los malos de entre los justos, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes»[7].
Por consiguiente, mi amigo, el infierno es una realidad. No es un invento de algunos para aterrorizar a los ignorantes. Es un lugar preparado por Dios para el diablo y sus seguidores[8]. Mi oración a Dios es que usted no se encuentre entre ellos.
«[Jesús] vino a ser autor de eterna salvación PARA TODOS LOS QUE LE OBEDECEN»[9].
«Habiendo purificado vuestras almas POR LA OBEDIENCIA A LA VERDAD…»[10].
«Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, HABÉIS OBEDECIDO DE CORAZÓN a aquella forma de doctrina … y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia»[11].
«Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que … nos hizo renacer … para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos…»[12].
Por tanto, mi amigo, hay promesas grandes de parte de Dios que nos deben motivar a una esperanza firme y a buscar las cosas celestiales con más diligencia.
[1] Hebreos 9:27
[2] Salmos 102:25,26, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).
[3] 2 Pedro 3:10,12, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).
[4] Mateo 24:35, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).
[5] Mateo 10:28, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).
[6] 2 Tesalonicenses 1:8,9, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).
[7] Mateo 13:49,50, La Biblia de Las Américas
[8] Mateo 25:41
[9] Hebreos 5:9, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).
[10] 1 Pedro 1:22, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).
[11] Romanos 6:17,18, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).
[12] 1 Pedro 1:3,4, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).