¿Cuál es Su Actitud con Respecto a lo que Otros Le Han Dicho?

¿Cuál es Su Actitud con Respecto a lo que Otros Le Han Dicho?

       En el curso de nuestra vida, usted y yo decidimos coger un camino determinado a consecuencia de lo que otros nos han enseñado, sean familiares, amigos, profesores de escuela, sacerdotes, pastores, predicadores, etc. Poco a poco nuestras convicciones se van cristalizando por medio de este aprendizaje e influyen en todo lo que pensamos y hacemos. (Aun los inventores más grandes de la historia nos habrían dejado sin nuevos descubrimientos si no hubiese sido por el conocimiento que adquirieron de sus predecesores.) En fin, no hay nadie sobre la faz de la tierra que no haya aprendido de otro, o por palabra o por ejemplo, y esta norma de la vida se aplica sobre todo a la religión.

       Nuestras convicciones religiosas se asemejan a los ladrillos de una casa. A medida que vayamos aprendiendo de otros, le ponemos más ladrillos, a veces sustituyendo los antiguos por otros nuevos cuando cambiamos de opinión en cuanto a alguna creencia. Aun los que niegan creer en Dios o en la religión organizada construyen su casa a base de principios y normas de conducta que han adquirido de otros de creencias parecidas. ¿Cuál es SU actitud con respecto a lo que otros le han dicho a usted? Hay por lo menos tres posibles respuestas a esta pregunta:

1. Puede aceptar lo que le han dicho sin investigarlo por sí mismo. Tanto el religioso como el ateo se pueden hallar en esta categoría por rehusar averiguar por sí mismos lo que han aprendido de los demás. Los tales adoptan a ciegas ideas y costumbres de otros y nunca las ponen en duda.

2. Puede rechazar lo que le han dicho sin querer saber la verdad del asunto. Muchos desconfían de lo que los maestros religiosos les han enseñado pero no se esfuerzan por aclarar sus dudas. Los tales son indiferentes o pasivos.

3. Puede investigar lo que le han dicho antes de aceptar o rechazarlo. Los tales no dejan de buscar y preguntar hasta que hayan encontrado argumentos sólidos para sus creencias, los cuales se basan en evidencias seguras.

¿En cuál de estas tres categorías
se encuentra usted?

¿Salvo? ¿Sin Ser Bautizado?

¿Salvo? ¿Sin Ser Bautizado?

Hay varios textos en la Biblia que enseñan claramente que el hombre no está bajo la ley de Moisés (el Antiguo Testamento) pero, sí, «bajo la ley de Cristo» (el Nuevo Testamento)[1]. Esta nueva ley entró en vigor, o se hizo «válida», tras la muerte de Jesús en la cruz…

«Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive»[2].

       Hoy en día todos los seres humanos vivimos en la Edad Cristiana. Estamos todos «bajo la ley de Cristo» y ella será la norma por la cual Dios juzgará al mundo en el día final[3].

       ¿Es posible ser salvo bajo la ley de Cristo sin o antes de sepultarse en agua para perdón de pecados?

       A continuación presentamos cinco preguntas y seis textos bíblicos. Al considerar detenidamente los versículos dados, usted mismo podrá ver la respuesta que Dios da a cada pregunta.

       ¿Es posible ser salvo…

…SIN TENER PERDÓN DE PECADOS?

       Hechos 2:38 dice:

«Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.»

       ¿Es posible ser salvo…

…SIN LAVARSE LOS PECADOS?

       Hechos 22:16 dice:

«¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.»

       ¿Es posible ser salvo…

…ANTES DE SER SEPULTADO CON CRISTO Y LEVANTADO PARA ANDAR EN UNA NUEVA VIDA?

       Romanos 6:3,4 dice:

«¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva

       ¿Es posible ser salvo…

…ANTES DE SER HIJOS DE DIOS POR LA FE Y ANTES DE REVESTIRNOS CON CRISTO?

       Gálatas 3:26,27 dice:

«pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos

       ¿Es posible ser salvo…

…ANTES DE SER SALVO?

       Marcos 16:16 dice:

«El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.»

       1 Pedro 3:21 dice:

«El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo

       Estos textos bíblicos son claros y con ellos usted puede contestar las preguntas por sí mismo. Solamente le rogamos que sea honesto con su propia conciencia y con la palabra de Dios.

       Si usted cree en Jesús y está dispuesto a arrepentirse, la siguiente pregunta bíblica es para usted:

«¿Por qué te detienes? Levántate y bautízate y lava tus pecados, invocando su nombre» (Hechos 22:16).



[1] 1 Corintios 9:20,21; Gálatas 3:23-25; 6:2

[2] Hebreos 9:17

[3] Juan 12:48

¿Es Usted Una Persona «Noble»?

¿Es Usted Una Persona «Noble»?

Usted no tiene que pertenecer a una clase social privilegiada para ser noble. Tampoco es necesario ser de sangre de reyes o poseer algún título de honor. ¿A qué clase de nobleza me refiero?

       En un sentido, la palabra «noble» quiere decir «sincero o veraz»[1]. Describe al que demuestra una actitud justa hacia la verdad y, por consiguiente, desprecia el engaño. Además, tal persona es «valiente» porque defiende lo justo sin tener miedo.

       Varios años después de la muerte de Jesucristo, algunos habitantes de la antigua ciudad griega de Berea demostraron que tenían esta cualidad honrosa. El libro de los «Hechos De Los Apóstoles» registra que eran «nobles» porque «recibieron la palabra con la mayor prontitud, examinando las Escrituras diariamente para ver si estas cosas eran realmente así»[2].

       De este pasaje bíblico aprendemos que la verdadera nobleza se manifiesta en una investigación justa de la Biblia. Aunque en aquel tiempo había mucha oposición contra las enseñanzas de Jesús, los griegos de Berea no temieron averiguarlas. Tenían una mente abierta. Eran valientes.

       Hoy día Jesús está en busca de personas como éstas que respeten la Biblia y la investiguen sin tener miedo. A los tales dice: «Examinad las Escrituras, porque pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí…»[3].

       Sea usted o no una persona noble a los ojos de Dios, dependerá de su actitud hacia Su palabra. El que investiga las declaraciones de la Biblia sin prejuicios ni miedo tiene una nobleza que es más grande que la de los reyes.



[1] Diccionario María Moliner

[2] Hechos 17:11

[3] Juan 5:39

Mi Vida Di Por Ti

Mi Vida Di Por Ti

Mi vida di por ti,
mi sangre derramé.
Por ti inmolado fui,
por gracia te amé.
Por ti, por ti inmolado fui,
¿qué has dado tú por mí?

Mi celestial mansión,
mi trono de esplendor,
dejé por rescatar
al mundo pecador.
Sí, todo yo dejé por ti,
¿qué dejas tú por mí?

Reproches, aflicción,
y angustias yo sufrí.
La copa amarga fue
que yo por ti bebí.

Reproches yo por ti sufrí,
¿qué sufres tú por mí?

De mi celeste hogar,
te traigo el rico don
del Padre Dios de amor
la plena salvación.
Mi don de amor te traigo a ti,
¿qué ofreces tú por mí?


Tomado de un himno por S.D. Athans y P.P. Bliss

¿Por Qué Estoy Aquí?

¿Por Qué Estoy Aquí?

¿Nunca le ha parecido como si la vida no tuviera sentido? Si es así, tenga la plena certeza de que no está solo. A innumerables millones, se les ha ocurrido el mismo pensamiento más de una vez.

       Todos buscamos un sentido para nuestra vida. Algunos piensan encontrarlo cuidando de su familia o sencillamente siendo una «buena persona». Otros pretenden dar significado a su existencia a través de la adquisición de bienes materiales y otros tantos por entregarse a cualquier cosa que agrade al cuerpo. ¿Cuál, pues, es el verdadero propósito de la vida?

       Desgraciadamente, la idea de que llegamos a ser por pura casualidad no puede dar una repuesta satisfactoria a esta pregunta. Si no fuimos creados para ningún propósito específico, y si dejamos de existir después de haber luchado tanto en la vida, ¿para qué seguir luchando? El hombre solo se ve incapaz de encontrar la contestación a esta pregunta según su propio razonamiento. Su sabiduría falible le lleva a la conclusión incorrecta de que la existencia del hombre no tiene ninguna meta permanente.

       Pero Dios le dice: «¡Vuelve a buscar! ¡El obedecerme da sentido a la vida!»[1]

       ¿Quién mejor sabe satisfacer nuestro deseo de encontrar un sentido para la vida que Él que nos ha creado? Él sabe perfectamente cuál es la única cosa que puede completar nuestra búsqueda: el hacer Su voluntad. Con razón Salomón escribió:

«Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque ESTO ES EL TODO DEL HOMBRE»[2].

       El Creador del universo nos ha dado Su palabra para que seamos perfectos (o COMPLETOS), «enteramente preparado[s] para toda buena obra»[3]. Hemos sido creados con el propósito de hacer la voluntad de Dios, pero cuando rehusamos reconocer este propósito divino, obramos en contra de nuestro propio bienestar. ¡Esto es precisamente una de las razones por tanto sufrimiento y desesperación en el mundo![4]

       La respuesta a la pregunta «¿por qué estoy aquí?» se halla en una relación con Jesucristo en la cual seguimos diariamente Sus enseñanzas reveladas en el Nuevo Testamento. Jesús dijo:

«…el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna»[5].

       Con razón el apóstol Pablo escribió:

«vosotros estáis COMPLETOS en [Cristo], que es la cabeza de todo principado y potestad»[6].

¡Encontramos verdadero propósito de vida sólo cuando obedecemos a Cristo! Sólo de esta forma estaremos realmente «satisfechos» con nuestra vida[7].


[1] Isaías 43:7

[2] Eclesiastés 12:13, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).

[3] 2 Timoteo 3:16,17

[4] Proverbios 13:15; Salmos 107:17; Job 15:20

[5] Juan 4:14, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).

[6] Colosenses 2:10, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).

[7] Mateo 5:6