¿Nunca le ha parecido como si la vida no tuviera sentido? Si es así, tenga la plena certeza de que no está solo. A innumerables millones, se les ha ocurrido el mismo pensamiento más de una vez.
Todos buscamos un sentido para nuestra vida. Algunos piensan encontrarlo cuidando de su familia o sencillamente siendo una «buena persona». Otros pretenden dar significado a su existencia a través de la adquisición de bienes materiales y otros tantos por entregarse a cualquier cosa que agrade al cuerpo. ¿Cuál, pues, es el verdadero propósito de la vida?
Desgraciadamente, la idea de que llegamos a ser por pura casualidad no puede dar una repuesta satisfactoria a esta pregunta. Si no fuimos creados para ningún propósito específico, y si dejamos de existir después de haber luchado tanto en la vida, ¿para qué seguir luchando? El hombre solo se ve incapaz de encontrar la contestación a esta pregunta según su propio razonamiento. Su sabiduría falible le lleva a la conclusión incorrecta de que la existencia del hombre no tiene ninguna meta permanente.
Pero Dios le dice: «¡Vuelve a buscar! ¡El obedecerme da sentido a la vida!»[1]
¿Quién mejor sabe satisfacer nuestro deseo de encontrar un sentido para la vida que Él que nos ha creado? Él sabe perfectamente cuál es la única cosa que puede completar nuestra búsqueda: el hacer Su voluntad. Con razón Salomón escribió:
«Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque ESTO ES EL TODO DEL HOMBRE»[2].
El Creador del universo nos ha dado Su palabra para que seamos perfectos (o COMPLETOS), «enteramente preparado[s] para toda buena obra»[3]. Hemos sido creados con el propósito de hacer la voluntad de Dios, pero cuando rehusamos reconocer este propósito divino, obramos en contra de nuestro propio bienestar. ¡Esto es precisamente una de las razones por tanto sufrimiento y desesperación en el mundo![4]
La respuesta a la pregunta «¿por qué estoy aquí?» se halla en una relación con Jesucristo en la cual seguimos diariamente Sus enseñanzas reveladas en el Nuevo Testamento. Jesús dijo:
«…el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna»[5].
Con razón el apóstol Pablo escribió:
«vosotros estáis COMPLETOS en [Cristo], que es la cabeza de todo principado y potestad»[6].
¡Encontramos verdadero propósito de vida sólo cuando obedecemos a Cristo! Sólo de esta forma estaremos realmente «satisfechos» con nuestra vida[7].
[1] Isaías 43:7
[2] Eclesiastés 12:13, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).
[3] 2 Timoteo 3:16,17
[4] Proverbios 13:15; Salmos 107:17; Job 15:20
[5] Juan 4:14, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).
[6] Colosenses 2:10, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).
[7] Mateo 5:6