En todos los países del mundo la gente es propensa a seguir la creencia y religión que se recibe de los padres u otros sin investigar y pensar cada quien por sí mismo. La insensatez de esta costumbre universal se ve en el pasaje bíblico conocido como el «Sermón del Monte». Jesús dijo:
«…es ancha la puerta, y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella. Pero es estrecha la puerta, y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran»[1].
«Muchos» eligen el camino que conduce a la destrucción porque absorben como esponjas las convicciones de otros sin averiguar si realmente están de acuerdo con la voluntad de Dios. «Muchos» creen que no les hace falta comprobar la solidez de tales convicciones porque, según ellos, sus padres u otros (sacerdotes, pastores, etc.) «jamás me llevarían por mal camino».
Dios promete a todo el que lo busca de verdad:
«…si recibes mis palabras, y atesoras mis mandamientos dentro de ti, da oído a la sabiduría … si la buscas como a plata, y la procuras como a tesoros escondidos, entonces entenderás el temor del Señor, y descubrirás el conocimiento de Dios»[3].
Deje que el Señor le conduzca al único destino verdadero del cristiano fiel. ¡Él jamás le fallará!
[1] Mateo 7:13,14, Nueva Versión Internacional.
[2] Juan 6:68, Versión Reina-Valera (Revisión 1960).
[3] Proverbios 2:1-5, La Biblia De Las Américas.